lunes, 26 de septiembre de 2016

"LO ESENCIAL ES INVISIBLE PARA LOS OJOS".




Familias con 7, 9 y hasta 16 niños se encuentran vayas donde vayas en Uganda.
Mujeres que solas se hacen cargo de todos ellos, mientras también los niños colaboran en el día a día cuidandose entre hemanos, compartiendo lo escaso que tienen entre todos, porque cada cosa tiene un gran valor por pequeño que parezca.





Los niños forman parte activa en la vida cotidiana de las familias. Con edades que van desde los 3 a los 14 años emprenden rumbo a las zonas donde hay agua, recorriendo sin zapatos, hasta 4 veces al día varios kilometros para llevarla hasta su casa.
Utilizan bidones de 2 a 20 litros, los transportan en la cabeza soportando altas temperaturas y exponiéndose a personas que en ocasiones se aprovechan de ellos en el camino, produciéndose ataques y violaciones de niñas y adolescentes por ser responsables de sustentar a toda su familia con este recurso vital.





Lo que vemos en sus ojos, no es más que curiosidad. Miran tu ropa, tus zapatos, cada uno de tus complementos. Miran tu color de piel, tus ojos y tus labios finos.
 Se esconden tras miradas duras, porque así es su vida y su cotidianidad.
Pero detrás de esas miradas, vive el deseo de saber por qué somos tan diferentes y las ganas de entender por qué nosotros tenemos tanto y ellos no. 
Sin embargo después de esconderse te abrazan, te tocan y te entregan lo que más tienen: amor y sonrisas.





Convención de los Derechos del niño: “En el caso de que las familias no sean capaces de cuidar y proteger a sus hijos, o que no dispongan de los medios para hacerlo, los gobiernos tendrán la responsabilidad de ayudarlas o de ocuparse de los niños buscándoles una familia de adopción o acogimiento, o una institución adecuada” (...). Un gran porcentaje de las personas encuestadas en la selección de objetos que consideramos necesarios para vivir, respondieron que sus gafas formaban parte importante en sus vidas.Esta niña de no más de 14 años, se fue quedando ciega con el paso del tiempo. Su familia no tiene dinero para tratarla, el Estado ugandés se lava las manos y ella... se irá apagando poco a poco como su vista porque cada mujer tiene a su cargo un mínimo de 6 niños entre hijos de sangre y niños adoptados. Los que no sean capaces de sobrevivir, se quedarán en el camino sin ninguna posibilidad de salir adelante.






Para nosotros no usar algo como nuestros zapatos, es impensable. A veces, nos aficionamos incluso a coleccionarlos. Un alto porcentaje de personas en Uganda, trabajan y recorren los caminos de tierra roja sin nada parecido a unos zapatos como los nuestros y los que los poseen, los utilizan hasta que se rompen completamente.
Un par de zapatos en Uganda cuesta alrededor de 10 euros, precio que muchas personas no pueden pagar.






Tablets, ordenadores, pantallas táctiles... Nada de esto existe en los pequeños pueblos de Uganda, a veces ni siquiera lápices, ni dinero para libros.
Las escuelitas más comunes cuentan con una pizarra de madera donde escriben con tiza las lecciones para los niños. Estos aún estando en mitad de sus vacaciones me piden que repase con ellos las letras, los objetos y las palabras en inglés. 
La energía y las ganas por aprender de estos niños está viva gracias al impulso innato del ser humano por ser más feliz, por exprimir cada momento y aprovechar el máximo lo que la vida les ha puesto delante.





La falta de recursos, hace que la imaginación de los más pequeños vuele con el viento, encontrando un disfraz donde nosotros vemos basura. Donde vemos pétalos, ellas ven coronas y diademas de piedras preciosas.
El juego, la recreación y el potenciar los talentos de cada uno, se ve atenuado por tener que enfrentarse a la vida día tras día.
Las carencias producen el despertar de los sentidos.






Cuando llamaba a los niños, uno por uno a que vinieran a la habitación “los regalos” y veían los montones de vestidos y camisetas usadas que les había enviado la gente, los ojos se les iluminaban, como cuando aquí te regalan un coche... una casa...
Una camiseta antigua, un vestido que ya nos es pequeño, los juguetes del bebé que ya creció, para ellos era un tesoro.
“ Que no te sorprenda verlos mañana otra vez con su ropa sucia y rasgada, usarán eso que les diste sólo para ocasiones especiales”... Y aunque así fue, antes supe que con todo eso que a nosotros nos sobra, se puede hacer a otros completamente felices.






Disfrutar del andar sin prisa, respirar la brisa fresca al atardecer. Amar lo que se tiene, sin desear más de lo que la vida nos regala es ser feliz, es sumergirse en el presente y vivir cada segundo como su fuera el último.
Sólo necesitamos dejarnos sentir para ser 
conscientes de todo lo que tenemos, aunque muchas veces parezca que no tenermos nada. 
“Lo esencial es invisible para los ojos”.






¿ De qué vale la vida si no es para vivirla y difrutarla?
Con todos sus altibajos, con sus momentos oscuros y sus bocanadas de aire fresco. ¿ Qué más da “perder” lo que tenemos o “tener poco” si sabemos ser felices?
Si al final son las sonrisas compartidas, las experiencias vividas, los besos y los abrazos entregados, con lo que nos quedaremos en la memoria.
Valorar cada respiro, cada paso, cada momento, es lo que nos hace día a día un poco más humanos.












2 comentarios:

  1. Gracias por compartir tu experiencia y valorar asuntos invisibles para el alma de muchos. Te felicito, me gusta la sensibilidad de tu trabajo.

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  2. Gracias por compartir tu experiencia y valorar asuntos invisibles para el alma de muchos. Te felicito, me gusta la sensibilidad de tu trabajo.

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